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Los Stradivarius únicos del Palacio Real de Madrid

Los Stradivarius únicos del Palacio Real de Madrid

España es una de las grandes potencias turísticas del mundo, y su fama, sobre todo se debe a su clima y gastronomía. También a su historia y cultura y aquí se piensa en grandes joyas como la Alhambra o el Museo del Prado. Pero hay muchísimos otros tesoros que merece la pena conocer, como es el caso de los stradivarius conservados en el Palacio Real de Madrid, un grupo de violines y otros instrumentos de cuerda que es la mejor colección del mundo de los creados por el gran maestro Antonio Stradivarius (1644-1737).

Los stradivarius son unos instrumentos de cuerda famosos por tener la mayor excelencia de sonido a la que hoy se puede acceder en un concierto. Esto se debe a la magnífica calidad que tienen las maderas y materiales usados y la maestría de su construcción, lo que hace que su sonoridad sea espectacular y a la finura de su timbre al ser tocados. Su sonido especialmente brillante e inimitable se debe a la minuciosidad con que el lutier de Cremona, Italia, fabricaba sus instrumentos, aunque eso solo explica en parte ese sonido tan peculiar, hasta el punto de que sigue siendo un enigma la razón última de esa sonoridad propia de sus violines, violas y violonchelos.

El enigma de la calidad

A los stradivarius se los considera los instrumentos de cuerda frotada más extraordinarios del mundo, y por eso, cuando se subasta alguno, alcanzan precios astronómicos, como es el caso del Violín Lady Blunt, que se subastó en 2011 por cerca de 16 millones de dólares.

Al sonido espectacular que ofrecen los stradivarius contribuye sin duda el estilo personal del lutier, quien hizo sus instrumentos con una forma más esbelta y alargada, lo que propicia un sonido más penetranta y puro, y que mejoró el arco y afinó el grosor de la madera, trabajado meticulosamente en cada parte de la pieza creada.

Sobre el motivo de su particular riqueza tímbrica se han escrito ríos de tinta, y se han esbozado muchísimas teorías sobre la manera en que el maestro construía sus obras y sobre las maderas utilizadas y la manera en que las trataba. Se ha hablado de que la madera que usaba la mantenía durante largo tiempo en agua, algo que parece tendría mucho sentido.

Hoy en día se acepta bastante la hipótesis del investigador Joseph Naguary (químico de la Universidad de Texas) quien indica que, aparte del remojo prolongado de la madera, Stradivarius debía usar productos insecticidad para evitar que los violines fueran atacados por las termitas, como el bórax, mezclado con polvo de vidrio triturado y fungicidas.

La mejor colección del mundo

Hay varias colecciones privadas de instrumentos Stradivarius, y una de las más importantes es la que posee la empresa de violines W.E. Hill and Sons, de Londres. Esta empresa donó al Museo Ashmolean de Oxford el que está mejor conservado del mundo, el que se llama “Mesías”.

Sin embargo, solo hay dos colecciones en instituciones públicas en el mundo de obras del maestro cremonense: la de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, en Washington, en la que se pueden contemplar los Stradivarius Betts y el Cassavetti. La otra colección existente es la del Palacio Real de Madrid.

Esta colección, conocida como Cuarteto Palatino o Cuarteto Real decorado, se compone de dos violines, uno grande y otro pequeño, una viola y un violonchelo. Su importancia excepcional se debe a que la colección fue creada como un conjunto de instrumentos que debían ser tocados a la vez, y por eso fueron fabricados con un único color sonoro, con un estilo común a los cuatro.

Las piezas del cuarteto, en realidad quinteto, fueron creadas al filo del cambio de siglo al dieciocho, y en 1702 Stradivarius se las ofreció como obsequio a Felipe V durante una visita a la ciudad de Cremona, pero el rey no pudo recibirlos al estar en plena Guerra de Sucesión de España. Los instrumentos se quedaron en Cremona, en manos de los hijos, Francesco y Paolo, hasta que setenta años después, Carlos III los adquirió para su hijo, el futuro Carlos IV, gran amante de la música y violinista aficionado él mismo.

El cuarteto originalmente era un quinteto, pero ocurrió que, cuando se retiró el ejército francés al finalizar la guerra de la Independencia, dos violas, una tenor y otra contralto, fueron robadas o extraviadas. La contralto pudo ser readquirida en 1951 a la casa Hill de Londres antes citada, pero la otra viola sigue sin aparecer, por lo que el conjunto es un cuarteto. Pero, aparte de la vicisitud de las dos violas, este es el único conjunto de instrumentos de su creador que se ha mantenido unido todo el tiempo a la vez que siempre ha estado en manos de la monarquía española desde que fue adquirido.

Otra importante característica que hace único a este grupo de stradivarius es que los instrumentos están decorados con un detallismo y una belleza llamativos. A eso hay que añadir, además, que la viola de la colección del Palacio Real es la única en el mundo que lleva una ornamentación en su superficie.

La decoración está compuesta por cenefas de rombos y círculos de marfil sobre un fondo de pasta de ébano en los laterales o lomos de las piezas. También tienen su decoración los clavijeros y arcos, con motivos vegetales, y el mástil y las clavijas son de ébano negro. Se añade que cada instrumento tiene más motivos de ornamentación diferentes, con figuras humanas o de animales, seres mitológicos. Las plantillas usadas para estas decoraciones se conservan en el museo de Cremona. Y también son llamativas las efes situadas a ambos lados de las cuerdas, de mayor tamaño que el habitual en violines y violas de otros maestros artesanos.

Siempre en la Corte

Desde que el cuarteto fue adquirido por Carlos III siempre ha estado en los palacios y dependencias reales. A su llegada a Madrid se incorporaron a la Orquesta de Cámara de quien sería Carlos IV, puestos al cuidado del violero oficial de la Casa Real, Vicente Assensio, a quien sucedió su sobrino Silverio Ortega, y después el hijo de este, Mariano Ortega.

Los instrumentos se sometieron a algunas intervenciones en los siglos XVIII y XIX, siendo alguna más agresiva, en el caso del actual violonchelo, que era un violón bajo y sufrió una reducción de tamaño para adaptarlo a los gustos musicales del momento. En 1836 fueron incluidos en la Real Capilla, y al estallar la Guerra Civil se alojaron en el Museo del Prado, pasando después al Palacio Real.

Pero lo mejor de todo es que es posible escuchar este esplendoroso cuarteto en la ejecución de los mejores intérpretes hoy en día, dado que Patrimonio Nacional programa conciertos con estos stradivarius cada cierto tiempo, pues necesitan salir de las vitrinas para que no se anquilosen y pierdan brillo, lo que es motivo de una gran alegría para todos los amantes de la música, que así pueden disfrutar del exclusivo sonido de un instrumento creado por el gran maestro de Cremona.

 

Coleccion Palatina
Coleccion Palatina3
Coleccion Palatina2

Etiquetas: stradivarius

 
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