Implicación, hábito, motivación.
Fue el siglo pasado cuando se pusieron de moda las extraescolares en modo extremo, y por error se ha incluido entre ellas la música. Digo por error porque no es lo mismo ir a ajedrez o a fútbol que a música. Ni mejor ni peor, dependerá de cada caso, pero igual no es.
Para aprender a tocar un instrumento hay que reunir varias cualidades. Estamos iniciándonos en un lenguaje internacional, común (global), de sensaciones y sentimientos. Es expresión, comunicación, intimidad y exhibicionismo. Y además dicen que es bueno para el cerebro. Y esta es la razón por la que muchos padres llevan a sus pequeños a ¨música¨. Y digo yo...¿será posible que ocurra todo esto en el cerebro, en la percepción, en los sentidos de nuestros hijos si tras 6...7... 8 años yendo a clase son incapaces de descifrar con soltura una partitura o interpretar con un mínimo de calidad una pieza sencilla? ¿Puede la música cumplir su gran objetivo si no hay una implicación directa del alumno? ¿entenderíamos ir a clase de matemáticas y esperar aprender sin hacer una sola cuenta en casa? Lo que ha de ser un hábito debe practicarse previamente.
Cuando la finalidad de las clases de música está clara es más fácil el camino. Ahora bien, todos tenemos que participar; padres, alumnos, profesores y resto de satélites como la familia, el centro de estudios, etc.
Son distintas las finalidades de la iniciación en el aprendizaje de un instrumento musical. Desde un simple acercamiento al mundo musical como ampliación cultural hasta llegar al dominio del lenguaje e instrumento y dedicarse de forma profesional a ello. En cualquier caso el inicio nunca es fácil y toda ayuda es poca.
Os propongo algunas formas de ayudar y motivar a los noveles:
Aunque parezca mentira el hecho de montar el instrumento puede ser el principal obstáculo para el estudio diario. Ayudar a nuestros hijos a sacar el cello de la funda, a acercar el agua para las cañas, a llevar la silla que necesitan, o montarles el atril puede hacer que ¡¡el primer paso esté superado!! Para casi todos los instrumentos existen pies que nos permiten dejarlos montados en casa y ahorrarnos la pereza y el tiempo de montarlos cada día. ¡Siempre en sitio seguro por favor! Cuidado con las puertas, radiadores y hermanos pequeños...
Incluir la práctica diaria del instrumento dentro de ¨los deberes¨es algo que ayuda mucho a la constancia, tan necesaria para poder progresar musicalmente...
El hecho de compartir las lecciones semanales en familia, escucharles, mostrar interés por lo que están haciendo es algo motivador ya que mostramos implicación con su esfuerzo. Hay que tener paciencia, pues los inicios nunca son cautivadores... (en algunos instrumentos la madurez del sonido tarda años en llegar).
Si no sabemos cómo ayudar a nuestros hijos podemos pedir consejo a sus profesores. Cosas tan al alcance de todos como cantar o bailar pueden ser muy beneficiosas para reforzar su educación auditiva o su ritmo. Valdría cualquier canción, pero con la ayuda de discos o internet podemos encontrar la misma pieza que deben practicar y al conocerla conseguirán estudiarla con más facilidad y éxito.
Para los ya iniciados podemos disfrutar de conciertos, en los que pueden ver un objetivo no tan lejano. Buscar el concierto adecuado ayuda a la aceptación de los aún inexpertos. Hay conciertos didácticos, pedagógicos, para niños, para adultos. Mirar antes la programación, duración o intérpretes del concierto nos asegurará el acierto de la excursión.
También podemos ir a ver un museo de instrumentos, visitar un gran teatro o ir con el pequeño al luthier si es que hay que reparar su instrumento.
Siempre será un buen regalo algo relacionado con su aprendizaje; discos, entradas a conciertos, una púa chula o algo para personalizar el estuche. Una partitura distinta o algo superior a su nivel puede ser muy motivador como objetivo. Y si lo acompañamos del cd o entradas para ver esa obra será un regalo estupendo. Preparar antes los conciertos es siempre un acierto. Conocer la obra ayuda a prestar atención y disfrutarla de otra manera.
Cuando hablamos de música, partituras o conciertos no está implícito que sea música clásica. Existen otros estilos igual de válidos pero ¡atención! todos ellos tienen muchísimas horas de trabajo detrás. No elijamos un camino por creer que es más fácil.
Así pues, si conseguimos que esa otra carrera que iniciamos a tan temprana edad no sea una obligación sino algo bueno y reconfortante, el resto del camino será mucho más sencillo para todos. Si les ayudamos a normalizar el estudio, a convertirlo en un hábito, esa constancia hará que se progrese mucho más rápido ¡y no hay mayor motivación que la de los objetivos superados!